Nada que ver: los trucos más comunes para confundirnos (parte II)

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Daniel Salazar M
- doblecheck@ucr.ac.cr
Algunas de las falacias más comunes apelan a sus sentimientos. Se aprovechan de la sensación de confianza que puede darnos la autoridad, la necesidad de coincidir con los demás, nuestra empatía, nuestros odios y miedos. Cuando un argumento le dé la razón a usted, pregúntese cuál es su relación emocional con la idea y cuestiónelo con cabeza fría.
La semana pasada hablábamos de ello. Anthony Weston (en Las claves de la argumentación, recomendadísimo) habla de dos grandes tipos de falacias: la generalización (extraer conclusiones de una muestra demasiado pequeña: como ayer, y antier llovió, eso es culpa del cambio climático) y el olvido de las alternativas (pensar que solo hay dos opciones).
Aquí recopilamos cinco variaciones de ellas. La próxima semana compartiremos otras cinco más.

1. ¿Y qué hay de….? (Whataboutism)

Un político es acusado de varios actos de corrupción que involucran el robo de un par de millones de colones. Cuando da declaraciones a la prensa le pregunta a los periodistas: “¿Pero no han visto cuánto dinero nos ha robado el partido opositor en los últimos cuatro años? ¿Qué me dicen de eso?”
La técnica es común en las redes sociales para desacreditar opiniones. Se cambia el tema de conversación, para evitar discutirlo:
–La administración Solís Rivera se vio cuestionada por el cementazo.
–¿Y qué me dice de la administración Chinchilla Miranda con la trocha fronteriza?
No hay una traducción precisa del término, pero en inglés es denominada ‘whataboutism’, y es una antigua técnica de propaganda soviética.

2. La sabiduría tradicional. Las mayorías

“Las peleas de gallos no deberían castigarse porque son una tradición”. “Usted debería apoyarme porque la mayoría me apoya”. Si algo es tradición, eso no quiere decir que sea correcto o incorrecto. Lo mismo sucede cuando alguien apela a las mayorías para justificar una opinión.

3. La autoridad

La tierra no es redonda porque lo diga Franklin Chang, Magallanes o Pitágoras. Sabemos que la tierra es redonda a partir de todas las demostraciones científicas que se han hecho sobre el tema. Decir que algo es cierto porque alguien famoso o experto lo ha dicho no lo convierte en verdadero. “Los científicos recomiendan este producto”. Qué bien, felicidades: enséñeme el estudio.

4. Usted solo tiene dos opciones

“Este 4 de febrero usted solo tiene dos opciones: votar por la corrupción y el despilfarro o votar por el progreso y el desarrollo” Se llama falacia del falso dilema: presentar solo dos opciones, como blanco y negro, cuando en realidad hay muchos tonos de grises y opciones.

5. La falacia del Listerine™

Sáquela del estadio. Ponga un distractor en la discusión completamente distinto a lo que se está debatiendo para desviar la atención (Red herring). Un saludo al ministro de la Presidencia.
La próxima semana hablaremos de otros cinco tipos de falacias.
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